Minutos: The Smashing Pumpkins - 'Thirty-Three' (1995)
Hace un par de meses, empecé a marcharme del piso donde he vivido los últimos seis años. Seis años; el tiempo más largo que he estado durmiendo en un sitio desde que me emancipase sin mirar atrás, y aún así ha sido el ciclo más fugaz de mi vida. Lo pisé por última vez hace nada, pero el buen ánimo con que me mudé a ese piso ya hacía bastante que se había vuelto en inquina. El espacio (unipersonal, húmedo, frío y de un blanco tono cal que se desintegraba sobre todas mis cosas) me sofocaba, y ya no se sostenían los argumentos que cimentaron mi alegre conformidad cuando encontré ese (literal) rincón. Vivir por primera vez totalmente solo era la razón más pesada, la que podía arrasar con cualquier inclemencia que tuviese que soportar. Esa independencia es un festín para un solitario irremediable; daba igual que se dejasen caer amigos o que haya estado emparejado la mayor parte de estos seis años: la sensación de autosuficiencia, hasta de aislamiento cuando era conveniente, era poderosa