Por el atajo: Ana Béjar - "The Good Man" (2016)

Ana Béjar... Una de mis intrigas musicales más tempranas. Lo era en temporadas cuando su ausencia musical -al menos, cara al público- se traducía en unos puntos suspensivos que se dilataban peligrosa y dolorosamente, como si un zoom microscópico los distanciase y los rodease de incertidumbre. Pero más intrigante resultaba cuando abría la boca y se dejaba oír en cualquier nuevo episodio de una carrera que con The Good Man (2016), el primer trabajo que lleva exclusivamente su rúbrica, afianza su tercera década de victorias en el territorio de la seducción escrita con miel sobre la pizarra más oscura. Lejos quedan las largas temporadas de labor en la trastienda que vivimos entre la desaparición de su primera banda Usura y su segundo proyecto fundamental Orlando, y entre la separación de éstos y la gestación de Todo, colaboración al alimón con Ramón Moreira, allá por 2010. Junto al que fuese su compañero en Usura grabó un álbum de folk desfigurado a su antojo que marcó su vuelta (Waiting, 2013), y a partir de ahí Ana reemprendió con apetito su trabajo como cantautora. Prolífica como nunca, en los dos últimos años hemos escuchado sus aportaciones a los homenajes a The Church ('Seen It Coming') y al artista andaluz Carlos Desastre ('La Materia No Existe', acunada por el escalofrío de la caja de ritmos y una exégesis oportunamente adusta), así como sus colaboraciones con la compositora griega Anna Stereopoulou -en el espectáculo Circe: The Black Cut- y con Carlos Suero bajo el nombre de íO (un EP para el sello Sevenmoons Music, The Innermost), donde por primera vez prestaba su voz a unas piezas paisajísticas, minimalistas y abiertamente experimentales; una sorpresa y un toque para recordarnos que el magnetismo de su registro y sus inquietudes aún pueden revelarnos facetas insospechadas.

Entre toda esta actividad, The Good Man no es el culmen de una etapa sino una marca más en una línea de puntos ya no suspensivos, sino dispuestos conforme Ana Béjar sigue avanzando en su camino. Sus cinco temas se enriquecen de la experiencia acumulada, destilando los aciertos del pasado en la vasija de la posteridad. Si en la ilustración de la portada de Waiting Ana llevaba un jarrón con una planta que a penas empezaba a germinar sobre la cabeza, en el profuso ardor y la meticulosidad de los arreglos de este EP cabe imaginar que los tallos de esa planta ya se enroscan en sus extremidades con la pérfida fidelidad de una serpiente. Jesús Martínez, que ya se encargó de la producción del último y más refinado disco de Orlando -Songs Before Sunrise, 2005-, se ha reecontrado aquí con Béjar y ha reincidido en el sonido cálido que capturó en aquella ocasión, envolviendo las composiciones con texturas suaves siempre dentro de una contención que conserva lo enigmático de la música.


Pero allí donde el canto de cisne de Orlando era un ejemplo de lo lejos que podía llegar la autora teniendo en mente los parámetros de una canción pop-folk más clásica (en cuanto a estructuras, a la sofisticación de la composición y la interpretación), aquí son palpables el riesgo y las tangentes. El abandono que en 'In the Parlour' se convierte en una extraña esperanza con el mimo de los teclados y la entrada del piano; la crudeza solemne de 'En el Puente del Aire', primera composición propia que destapa en castellano; o 'Visitation', de esas piezas suyas donde aúna lo árido de las raíces con lo etéreo hasta que son una única sustancia, parece que te arropen, pero en los quiebros de la voz y en unas letras cada vez más afinadas y sugestivas se adivinan mensajes íntimos que no eluden el desasosiego, más explícito en la sobrecogedora 'No Return', una elegía por la defunción de una relación sentimental que se sostiene sobre una nota de armonio repetida a fogonazos, con la precisión maquinal de un electrocardiógrafo. Sin embargo, 'Tongues On Fire' -que en la letra esconde el título del EP- es la canción que constituye una cumbre en su cancionero hasta hoy: una composición ambiciosa, tan minuciosa en los detalles como visceral en su interpretación; un mayestático compendio de romanticismo, mística y pasión que se desarrolla libre y sin pudor durante casi seis minutos fascinantes, alejada de nuestra era y nuestra tierra. Ahí me deja sin palabras; tan solo una muestra de la profundidad con la que tomo y expulso el aire mientras la escucho podría empezar a describirlo. Puro asombro.

Para escuchar en Spotify:

Comentarios

Pereiro ha dicho que…
Ni idea de que tiene una carrera en solitario. Me la punto