Escenarios: Cranes - Salamandra 2 (Barcelona), 23 de noviembre de 2012


Iba a empezar diciendo que con Cranes tuve un reto, pero enseguida he llegado a la conclusión de que mentiría si lo hiciese. El rechazo inicial que me produjo oír por primera vez una canción suya, hace más de una década, fue tan impetuoso y poco reflexivo que no me costó ningún esfuerzo, la verdad, pero igual de sencillo fue toparme con su nombre muchos años después y darle una nueva oportunidad -guiada por la paciencia y la madurez- a su música, abriendo una puerta a un fascinante laberinto que cerré insolente cuando era un zagal. Me repelió entonces la voz de Alison Shaw (voz, guitarra, teclado), una voz que tiene el cuerpo del alfiler más delgado del costurero a la que me ha costado acostumbrarme. Hace unas semanas, y de manera casi enigmática (sin noticias de ellos hace años, sin nuevo disco a la vista), empezaron a verse por Barcelona carteles que anunciaban su inminente visita a España para dos únicas fechas (ésta y Madrid al día siguiente) en las que harían un extenso repaso de más de dos horas a su catálogo, algo único que solo se les había visto hacer antes este verano en el Bush Hall londinense. Aunque en los días previos al concierto los pequeños apuntes en agendas de ocio y demás publicaciones digitales pretendían reducir su curriculum a haber sido "los míticos teloneros de The Cure en 1992", no hace falta investigar mucho para aprender que la banda que formaron los hermanos Alison y Jim Shaw (guitarra, cintas) tiene una firme trayectoria de más de veinticinco años de antigüedad, aún activa de manera regular, y una credibilidad que no necesitaba de asociaciones a ningún nombre para ganarse reseñas entusiastas en publicaciones como NME, Melody Maker o Q, si bien su popularidad fue moderada dentro del desorden indie de los años 90. Sin complejo alguno, fue el mismo Paul Smith (guitarra, teclado, bajo) quien me comentó al acabar el recital que precisamente los conciertos de tres horas de The Cure les habían animado a preparar algo similar para sus seguidores.

Me cuesta imaginar a alguien a quien le guste un grupo como Cranes que no sintiera una incontenible excitación ante una retrospectiva de tal calibre, un repertorio sin censura temporal y libre de todo planteamiento conceptual más que el de celebrar su trabajo con quienes guardan una relación más cómplice e íntima con su música. Igual que cuando Throwing Muses visitaron hace un año la sala Apolo, Salamandra 2 se quedó grande, pero entre esa audiencia recogida se dio un ambiente entrañable, se palpó genuina emoción recíproca entre grupo y público conforme se desgranaban los temas. De manera salteada, Cranes (sumemos a Jon Callender a la batería y a Ben Bexter al bajo y los teclados) ilustraron el periplo de dos décadas que les ha llevado de la convulsión a la caricia, a través de un dédalo en el que si antes podía respirarse la sal de la piedra fría en una atmósfera sofocante, en su etapa más reciente escucharles es tan agradable y suave como hundir la lengua en crema de leche.


Ambas facetas del grupo se fueron alternando durante toda la noche, que se inició con la delicada invitación de 'Light Song' ("El universo es nuestro") y el sombrío serpenteo post-rock de la también reciente 'Submarine'. Tras ellas, empezó el primer salto importante en el tiempo: 'Shining Road' (uno de sus singles más recordados), 'Loved' y 'Pale Blue Sky' (esa euforia circular y encendida), las tres del disco Loved (1994), el que selló de forma hermosa su primera etapa de inquietudes más eléctricas, la que se enmarca en los 90. Mediante las opresoras hélices al ralentí de 'Inescapable' y 'Dada 331' apuntalaron ese segmento antes de moverse a otro más breve y enfocado en un dream pop elevado y angelical, donde la voz de Alison relució sosegada en 'Here Comes the Snow', 'Feathers' y la bossa-nova espacial de 'Wires'. Vuelta a lo lúgubre con la vorágine de 'Clear' y la confrontación de ruido en espiral y desorientación sin brújula de 'Lilies', para culminar el set principal con el deseo contenido de 'Adoration', todas ellas aplaudidas a rabiar por un público que disfrutó especialmente de escuchar el material más antiguo.

Los bises se dividieron en dos bloques, el primero de ellos inaugurado con un trío de canciones de su primer mini-LP Self-Non-Self (1989), oportunidad para desempolvar su primitiva mezcla de post-punk industrial y no wave y denotar el abismo que hay entre los Cranes de entonces y los de ahora. Pero esa noche no importaba; se materializaron todas sus encarnaciones ante nuestros ojos con maestría. Gemas como 'Reverie' (brutalmente tensa sobre un único acorde), 'Jewel' y 'Adrift' (ambas de Forever [1993], el disco que tuvo mayor representación junto a Loved) sonaron en este último tramo, donde por primera vez revisaron un disco que no les gusta especialmente y que parecería que ignorarían, Population 4 (1997), rescatando la melancólica 'To Be' y la acústica 'Tangled Up'. Estaban tan cómodos que añadieron 'Future Song' al último bis espontáneamente (tenían por lo menos otro as en la manga, pues 'Cloudless' asomó en la prueba de sonido pero no en el concierto) y acabaron definitivamente con 'Everywhere'.

Acostumbrados como estamos al gato por liebre y a que los artistas se ciñan a un tiempo estricto sobre el escenario que no va más allá de la hora y cuarto, asistir a esta velada (rebasaron las dos horas como prometieron y aún así se pasó en un suspiro) fue todo un privilegio inusual. Se organizó, se interpretó y se recibió con cariño; todo un triunfo armónico.


Setlist:
light song / submarine / shining road / loved / pale blue sky / living and breathing / inescapable / dada 331 / beautiful firend / here comes the snow / feathers / wires / far away / clear / lilies / adoration // heaven or bliss / joy lies within / fuse / to be / reverie / jewel / adrift // tangled up / future song / everywhere
 

Comentarios

jn ha dicho que…
Gran crónica! Ya contarás que tal fue lo del backstage, que por lo que leo hubieron conversaciones interesantes. Un saludo!